Poesía estroboscópica: sangre y tinta

Mauricio Vaca habló sobre la elaboración y destrucción de su poemario Mis Ombrías, originalmente impreso en sangre

 

El viernes 17 de noviembre el Centro documental Carmen Balcells tuvo el honor de recibir al escritor y artista plástico y audiovisual Mauricio Vaca Huerta. El autor presentó ante el público del Centro Balcells su poemario Mis Ombrías (2012), que incluye 42 poemas y una letanía. Fue impreso originalmente con sangre del autor en un tiraje de cien ejemplares, todos hechos a mano por él mismo.

     Para este poemario Mauricio Vaca experimentó con un estilo de poesía ideado por él mismo: la poesía estroboscópica, estilo de escritura que se caracteriza por su ritmo entrecortado y la separación por puntos de cada uno de los versos. "Esto busca crear un efecto de vacío que ha de ser llenado por el lector". "Cada verso busca emular el efecto de un fotograma, siendo el conjunto de versogramas una escena completa". 

     La propuesta de la poesía estroboscópica hermana la poesía con las artes visuales y en cierta forma con la terapia gestalt y busca verter experiencias narrativas de gran concreción y nitidez sobre un género comúnmente asociado con lo abstracto y lo simbólico. 

     La hombría pierde su "h" y es el elemento protagónico del drama familiar que se presenta en el poemario, drama que empuja con tiranía y humillación los designios del género en las sombras de la personalidad de Quinto, su protagonista. 

     La sangre en este caso es una herramienta que representa a la familia en sentido tanto material como simbólico. Sale de las venas un incuestionable rastro genético y gracias a esta expulsión el artista alcanza cierta mutilación catártica del fardo familiar.

     Este libro de sangre, sin embargo, no se trata de una expresión espontánea y visceral de una emoción incontenible; su elaboración se llevó a cabo después de una larga y pensada preparación y de una manera completamente sistemática y artesanal. El autor no oprimió ninguna pluma fuente contra una herida abierta, sino que creó sus propios utensilios serigráficos y adaptó su casa a taller y laboratorio, averiguando cómo mantener la sangre en movimiento, compaginando y encuadernando cada ejemplar completamente a mano. 

     Cien ejemplares fueron hechos con ese arduo y extenuante mecanismo editorial. Dos años después el autor decidió destruirlos. También este afán de destrucción de la obra propia, del trabajo, del esfuerzo y de la sangre tomó forma en un acto metódico y se volcó al hecho artístico: el autor ha documentado en video desde el año 2014 la destrucción de sus ejemplares. Actualmente quedan 20 ejemplares de la edición original en sangre. El autor obsequió 5 versiones impresas en tinta a algunos asistentes de su charla.