Aprendizaje en el curso "El libro, una larga historia"

La escritura, el libro, el e-book y su aceptación por el lector

 

Los pasados 24 y 25 de noviembre, a partir de las 10h, por la plataforma WebEx, la doctora Nora Edith Jiménez impartió el curso “El libro, una larga historia”. El 26 de noviembre, en punto de las 12:00, la doctora resolvió dudas en torno a las sesiones pasadas y a partir de las 12:30, se unió a nosotros Teresa González Arce, profesora e investigadora de la Universidad de Guadalajara, para dialogar sobre el tema “El libro en vilo: en busca del curioso lector en la era digital”.

       Durante los tres días, la doctora Nora Edith, nos compartió los antecedentes de la escritura y su evolución, la influencia de diferentes culturas en la escritura y la importancia de la imprenta en este proceso histórico. De igual manera, el tercer día, la profesora e investigadora Teresa González, nos ofreció un panorama de tres temas en torno al curioso lector, como las características de este, su relación con los bibliotecarios y las implicaciones de los dispositivos digitales en la lectura.

       Recorrimos los antecedentes de la escritura y sus formas de registro, mientras nos guiaba, con un mapa, por los lugares donde distintas culturas lograron influenciar la escritura como la conocemos ahora. Nos situamos en entender el alfabeto como escritura fonética y en ver cómo evolucionaron las representaciones como figuras y después signos, debido a la necesidad de transmitir mensajes con facilidad a partir de “estereotipar y resignificar”.

       A partir de imágenes, la Dra. Nora Edith mostró la escritura egipcia y la griega, mismas que sufrieron una depuración para su posterior utilización. De igual manera, se ofrecieron muestras sobre la escritura hebrea, la escritura china y la escritura árabe, dónde resaltaba lo mágico, lo estético y lo artístico.

       Conocimos los soportes de la escritura, entre los que destacaron la tabla de arcilla, las piedras como en el caso del Código de Hammurabi o la Piedra de Rosetta y posteriormente, el papiro, la tablilla de cera, tablas de marfil y el pergamino. Incluso, la Dra. Blanca Ruiz mencionó que podría ser necesario establecer una historia de la vasija como soporte de la escritura y sus implicaciones ya que la Dra. Norma Edith menciona "cada soporte significa una serie de posibilidades".

       La doctora aclaró que, aunque los intercambios entre civilizaciones "tuvieron consecuencias violentas, debemos rescatar las cosas buenas y que significan crecimiento y desarrollo cultural", porque como en el pasado, a partir de la interacción, las civilizaciones se influyen entre generaciones y esto deriva en las evoluciones del lenguaje, aunque la interacción haya sido violenta.

       Los asistentes establecieron que la cultura se ha reflejado iconográficamente en su escritura y ahora ya no tiene esa carga. Por lo anterior, la Dra. Nora Edith agregó que hay una posibilidad de transmitir independiente de connotaciones ideológicas de la escritura, gracias a que "la escritura alfabética latina libera de otros significados". Debido a esto, el análisis para racionalizar el lenguaje se puede enfocar en el mensaje y el contenido que ahora tienen una intencionalidad no determinada por la cultura como en la escritura china.

       La Dra. Norma Edith habló sobre la cultura occidental y cómo es influenciada por los griegos. También, ofreció una cronología de la historia antigua para fijar los momentos de contacto entre culturas que posibilitaron el cambio y los aportes de los griegos en este. Ella, buscaba exponer las cargas culturales del libro y ciertas implicaciones que giran en torno a él, las cuales se preservan en el tiempo y se comparten a partir de quién lo usa, como en el libro.

       Reconocimos que la escritura fue influenciada por una herencia de la antigüedad clásica, las 7 artes liberales. De igual manera, gracias a la expansión del cristianismo, vimos cómo se incorporó la biblia, un libro que detonó la necesidad de copiar y estudiar el latín para poder entender los textos sagrados.

       A partir de imágenes, la Dra. Nora Edith nos mostró la evolución de la letra romana y ofreció un análisis sobre la incorporación de la letra griega, la integración de la escritura uncial, el cambio de las letras a través de ejemplos como en una epístola, manuscritos, páginas de libros, un códice, varios libros de horas y libros sobre la guerra.

       La expositora destacó que la escritura y los textos conformados por áreas del saber, eran necesarios para transmitir los saberes de determinados oficios. Entre las imágenes que nos mostró la expositora, encontramos a los copistas, a los escribas, a los cajistas, así como imágenes de la imprenta y la consolidación de la escritura dentro de esta.

       Conocimos los aportes del trabajo con la imprenta como el uso de colores en el papel, la utilización de índices, la disposición de los elementos dentro del libro para su lectura, la tipografía y la portada. En ese momento, comenzó a tomar fuerza la incorporación de imágenes acompañadas de un texto para llamar la atención de los lectores.

       La expositora habló sobre la novela de caballería y cómo fue impulsada para la comercialización de un producto de la imprenta. Estas obras, de carácter popular, se vuelven relevantes para el comercio de impresos. Incluso hizo énfasis en que, para ella, las obras escritas se llamaban “narrativa” y es hasta el siglo XIX que se puede hablar de “literatura”.

       La Dra. Nora Edith estableció que al principio de la imprenta comenzó a ser prudente publicar todo lo que tenga potencial de libro. Aparecieron las enciclopedias con saberes ingenieriles, artes mecánicas y aspectos anatómicos del ser humano. Gracias a que los oficios necesitaban de ilustraciones o explicaciones sobre las herramientas a usar y las fuerzas físicas que se involucran, se crearon estos documentos.

       Fue en el tercer día cuando Teresa González estableció las cualidades ideales del lector como el placer por leer, su curiosidad, su crítica o su habilidad de descifrar y comprender un texto.

       Además, habló de la existencia de un lector activo que se ha vuelto partícipe y productor de nuevos textos en los que se suman diversos autores mediante los dispositivos digitales y las redes sociales, donde su comunicación es prácticamente continua y escalonada entre autor-lector. 

       Gracias a la doctora Nora Edith, reconocimos los cambios en la lectura propiciados por los dispositivos. A lo anterior, Teresa González añadió que hay una reconfiguración de la presentación de los textos gracias al dispositivo digital. Sin embargo, la presentación de textos incluye párrafos, signos de puntuación y separaciones de página, como en dispositivos anteriores; es decir, la base de la escritura se mantiene y su forma es modificada.

       Teresa González Arce habló sobre la tarea del bibliotecario para fomentar el quehacer del lector. No solo basta con la formación técnica de quien ordena y clasifica los libros, sino que debe convertirse en un facilitador de la información. Un guía por los pasillos que acerque los lectores a los libros, un promotor de la lectura y difusor del conocimiento que porte un saber tecnológico.

       Por último, en conversación con los asistentes, se estableció que el trabajo bibliotecario debe ofrecer una relación de mutuo beneficio con el investigador y el lector. Así mismo, las participantes se preguntaron sobre el papel de los jóvenes en la lectura, varios de ellos aclararon que se debe entender que el lector ha tomado los dispositivos digitales y no es ajeno a los libros porque los jóvenes sí están interesados por la lectura, pero no de la manera que sus generaciones pasadas lo están.