Inés Arredondo

(1928 Sinaloa, México - 1989 CDMX, México)

Inés Amelia Camelo Arredondo fue una escritora mexicana que nació el 20 de marzo de 1928 en Culiacán, Sinaloa. En 1947 se inscribió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM para estudiar la licenciatura en filosofía, que dejó para comenzar en 1948 la carrera de letras hispánicas. Entre 1952 y 1955 trabajó en la Biblioteca Nacional; después sustituyó a Emilio Carballido en una cátedra de la Escuela de Teatro de Bellas Artes.

En 1957 publicó “El membrillo”, su primer cuento, en la Revista de la Universidad, y por esos años colaboró en la Revista Mexicana de Literatura, donde publicó varios cuentos. En 1961 recibió una beca del Centro Mexicano de Escritores y al año siguiente viajó a Montevideo, donde trabajó en la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio. Regresó a México en 1962 y trabajó como miembro de la redacción de la Revista Mexicana de Literatura, hasta su fin en 1965. También colaboró en México en la Cultura, suplemento de la revista Siempre!. Destacó como mujer escritora en la llamada Generación del Medio Siglo o grupo de la Casa del Lago, que estaba compuesto en su mayoría por escritores varones como Juan García Ponce, José de la Colina, Juan Vicente Melo y Salvador Elizondo.

En 1965 publicó su primer tomo de cuentos, La señal. Posteriormente, en 1972 escribió su tesis de maestría sobre el poeta y ensayista mexicano Jorge Cuesta. Siete años más tarde publicó su segundo libro, Río subterráneo,con el que ganó el Premio Xavier Villaurrutia y donde encontramos sigilosas reflexiones sobre el lenguaje y el acto de escribir. Las últimas obras que publicó fueron Opus 123 (1983), novela corta, Historia Verdadera de una Princesa.Cuento para niños (1984), y Los espejos (1988). Murió el 2 de noviembre de 1989 en la Ciudad de México.  

Aunque fue breve, la obra de Inés Arredondo representa una de las voces narrativas más poderosas del siglo XX, no sólo porque abordó temas difíciles de mencionar para la sociedad mexicana de la época, sino también porque su prosa demuestra un nuevo acercamiento a las formas de narrar: un universo en el que conviven en perpetua tensión el amor y el incesto, la solidaridad y el abandono, el paraíso perdido y el infierno cotidiano dejan inmerso al lector en una experiencia de lectura inquietante pero fascinante.