RAMÓN contra la policía del futuro
Ángel Ortuño, poeta y bibliotecario, cerró este jueves 26 de octubre el mes dedicado al escritor español Ramón Gómez de la Serna con una charla en la que expuso la paradoja de que Ramón, como es natural llamarlo, sea ahora un autor que la tradición inmoviliza en el pedestal del canon.
Las obras completas de Ramón Gómez de la Serna suman 15 volúmenes de dimensiones nada modestas. Estrategias editoriales como este tipo de publicación de las obras completas de un autor causan en los lectores, por solemnes, imponentes y exhaustivas, una impresión muy diferente a aquella perseguida por los textos mismos. Esto ocurre de manera especialmente irónica en el caso de Ramón, que se caracterizó por ser un escritor de humor y brevedad. "En esas obras completas no es RAMÓN, es Don Ramón Gómez de la Serna".
"Ramón Gómez de la Serna, al ser entrevistado a principios del siglo XX dice que hará cuanto pueda para despistar a antologadores, críticos, académicos, porque le encanta escabullirse frente a esos policías del pasado. Por un lado, Ramón, como buen proto-vanguardista, está asumiendo la posteridad a la manera en que lo hicieron las vanguardias; iban a cambiar radicalmente todo lo que había ocurrido en el arte hasta ese momento, cosa que de manera un tanto irónica le iba a dar a esos rebeldes el sitio del canon".
Ramón logró anticiparse a los policías del futuro y así escabullirse de ellos. "Aún sepultado bajo las losas de las obras completas se aseguró de que quien abriera esa tumba se encontrara con algo mucho más vivo de lo que esperaba".
"En la obra de Ramón hay una obsesión con el tema de la muerte. No se trata de una visión lúgubre, pero tampoco del todo festiva. Ramón es un gran productor de bilis negra: un gran melancólico. Los melancólicos son las personas más capacitadas para el humor. Un humorista no es el graciosito que cree que todo está bien y tampoco es el gruñón que cree que todo está mal. Es los dos al mismo tiempo y ninguno a la vez. Es el cronista del circo que también es el cronista de los muertos".
Ángel Ortuño, a lo largo de sus investigaciones acerca de la literatura de Ramón, exploró con especial interés la incongruencia que los azares editoriales impusieron a la obra del autor español: sólo los errores editoriales resultaron compatibles con la particular poética del escritor. "Ramón fue un autor que actuó con el menor respeto posible hacia la integridad de su obra": cambiaba títulos, ignoraba el orden, dejaba de lado los preceptos editoriales y buscaba el caos sistemáticamente.
Removiendo con erudición y humor las losas que el canon y la tradición han tratado de colocar sobre Ramón Gómez de la Serna, Ángel Ortuño repitió los gritos vivos de su obra y formuló con alegría su nombre verdadero: RAMÓN.